¿Plástico del futuro?
Un biopoliéster vegetal es sintetizado para fabricar envases de plástico biodegradable.
Sacado de National Geographic. Todo indica que el nuevo material creado por un grupo de científicos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga y del Instituto de Ciencias de Materiales de Sevilla, del CSIC, es una propuesta perfecta para sustituir la infinidad de envases plásticos que inundan las vitrinas de los supermercados y que constituyen un problema ambiental de envergadura: no son reciclables, se obtienen a partir de derivados del petróleo y pueden transferir compuestos químicos a los alimentos que contienen.
Lo que estos investigadores andaluces han generado en el laboratorio del Grupo de Biopolímeros Vegetales es unplástico biodegradable realizado a partir de la cutina vegetal, «un biopoliéster que se encuentra a modo de esqueleto flexible en la piel de frutos, hojas y tallos no lignificados (es decir, que no contienen un polímero denominado lignina, típico de las plantas leñosas) de las plantas superiores», explica Antonio Heredia, alma máter de la idea y catedrático de la mencionada universidad malagueña. Se trata de un material muy abundante en la naturaleza cuya función principal es regular el flujo de agua entre la planta y el medio ambiente, actuando como una barrera entre ambos. Los científicos han empleado como modelo la cutina extraída de la piel del tomate y han conseguido generar en el laboratorio una cutina sintética con las mismas propiedades fisicoquímicas que la vegetal, y que, como ésta, también se biodegrada espontáneamente. «Una ventaja adicional de la cutina sintética es su gran versatilidad –añade Heredia–. Empleando determinadas moléculas de origen natural a modo de aditivos, se pueden modular ciertas propiedades finales del producto, como el color, la permeabilidad, la resistencia a la rotura o la degradación, lo que permite obtener poliésteres “a la carta”, adecuados a un uso concreto.»
El método de síntesis de la cutina vegetal, cuya producción a gran escala generaría un impacto medioambiental muy bajo, ha sido patentado recientemente, y ahora los investigadores están en contacto con empresas del sector plástico para evaluar la viabilidad del proceso. Una proposición que apuesta por el progreso sostenible y que esperemos sea positivamente encauzada. –Eva van den Berg
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